Los coleccionistas de relojes excepcionales y por regla general mas costosos normalmente no suelen conocer los secretos de su fabricación. En su opinión, sólo cuentan los resultados, y el resto no tiene ninguna importancia. Las marcas entienden esta realidad y saben que están en el negocio de vender imagen. Pero, aunque todos los objetos tienen un pasado, los fabricantes de relojes no parecen querer revelar estos misterios. Es una pena, porque la historia que hay detrás de un reloj excepcional es a menudo bastante maravillosa. En este caso concreto, es maravillosa, sencilla y grandiosa como el campo de la región montañosa del Jura de Suiza, altamente recomendable para todo el que no conozca esta zona, además de poder disfrutar de los orígenes de la relojería, se puede disfrutar de un paisaje inigualable.
La historia del "Tourbillon Saint-Honoré Paris 1885", presentado como primicia en la última feria Baselworld, empieza en Porrentruy, una pequeña ciudad medieval repleta de historia, en el cantón suizo del Jura, uno de los lugares más bellos del planeta. El comienzo fue una reunión en un pequeño café, entre T. Frésard, el director ejecutivo de la marca relojera Saint-Honoré, y su futuro proveedor, un fabricante local especializado en jaulas tourbillon (la parte usualmente visible en el reloj, donde el mecanismo tourbillon puede admirarse con todo su esplendor). Los dos hombres llegaron a un acuerdo, al principio del 2004, por lo que parece obvio que las cosas sucedieron muy rápidamente a partir de entonces.
La historia del "Tourbillon Saint-Honoré Paris 1885", presentado como primicia en la última feria Baselworld, empieza en Porrentruy, una pequeña ciudad medieval repleta de historia, en el cantón suizo del Jura, uno de los lugares más bellos del planeta. El comienzo fue una reunión en un pequeño café, entre T. Frésard, el director ejecutivo de la marca relojera Saint-Honoré, y su futuro proveedor, un fabricante local especializado en jaulas tourbillon (la parte usualmente visible en el reloj, donde el mecanismo tourbillon puede admirarse con todo su esplendor). Los dos hombres llegaron a un acuerdo, al principio del 2004, por lo que parece obvio que las cosas sucedieron muy rápidamente a partir de entonces.
Saint-Honoré es una empresa familiar, dirigida en su totalidad por T. Frésard. Hace algo más de un año y medio, tomó él mismo, y solamente él, la decisión de añadir a su catálogo el modelo de reloj de más prestigio en el mundo: un tourbillon. Frésard se lo pensó mucho antes de dar el gran paso hacia esta nueva aventura industrial y comercial.
El sabía bien que, en relojería, el fenómeno tourbillon ya no es una excepción. Sin embargo, el producto confiere prestigio e imagen a la marca que se enfrenta al desafío de fabricar uno. Saint-Honoré está situado en Charquemont, y emplea aproximadamente unas 40 personas. Fue creado hace unos 20 años como continuación de la fábrica de V. Frésard, fundada a su vez en 1885, el año que da el nombre al reciente tourbillon. Si Saint-Honoré no parece tener la apariencia exterior de un fabricante de relojes, es, sin embargo, una empresa relojera. A este respecto, contribuye la imagen seria y respetuosa que la cuarta generación de descendientes de la familia Frésard quiere imponer. Como dicen ellos, "Somos una casa de Paris con tecnología suiza" . De hecho, todos los relojes que la marca produce, unos 50.000 al año, son fabricados en Suiza. El diseño del Tourbillon 1885 fue concebido por un "diseñador parisino" según dice Frésard, sin concretar nada más. Dos magníficos modelos del reloj están en la actualidad expuestos en la tienda insignia de la marca en la Rue Saint-Honoré de Paris., de donde la marca toma su nombre, en memoria de la estancia en la misma calle de unos de sus antepasados.
El sabía bien que, en relojería, el fenómeno tourbillon ya no es una excepción. Sin embargo, el producto confiere prestigio e imagen a la marca que se enfrenta al desafío de fabricar uno. Saint-Honoré está situado en Charquemont, y emplea aproximadamente unas 40 personas. Fue creado hace unos 20 años como continuación de la fábrica de V. Frésard, fundada a su vez en 1885, el año que da el nombre al reciente tourbillon. Si Saint-Honoré no parece tener la apariencia exterior de un fabricante de relojes, es, sin embargo, una empresa relojera. A este respecto, contribuye la imagen seria y respetuosa que la cuarta generación de descendientes de la familia Frésard quiere imponer. Como dicen ellos, "Somos una casa de Paris con tecnología suiza" . De hecho, todos los relojes que la marca produce, unos 50.000 al año, son fabricados en Suiza. El diseño del Tourbillon 1885 fue concebido por un "diseñador parisino" según dice Frésard, sin concretar nada más. Dos magníficos modelos del reloj están en la actualidad expuestos en la tienda insignia de la marca en la Rue Saint-Honoré de Paris., de donde la marca toma su nombre, en memoria de la estancia en la misma calle de unos de sus antepasados.
Tocar y sentir este reloj es ciertamente un privilegio. Es más ligero de lo que uno pudiera imaginarse. Destinado para una clientela esencialmente femenina (sólo dos, de los siete modelos, son para hombres), el Tourbillon 1885 realzará la belleza de una muñeca delicada sin ser apabullante. El precio oscila entre 40.000 y 60.000 euros. Hasta el momento se han fabricado veinte piezas. Veinte más estarán a punto muy pronto. "Hasta el momento, hemos invertido 250.000 francos suizos en la creación del Tourbillon 1885, todo de nuestros propios fondos," dice Frésard. Él espera, naturalmente, que esta inversión sea beneficiosa. "Tenemos resultados positivos de las ventas de todos nuestros relojes, costando el más caro 3.000 euros. El objetivo es incrementar nuestro volumen de producción un diez por ciento anualmente," añade.
A partir de ahora, T. Frésard tiene un tourbillon en el listado de sus productos, la fantasía del mundo de la relojería. Cinco clientes, en Japón, Arabia Saudita y Marruecos, ya han comprado una de estas preciosas piezas. Al dueño de Saint-Honoré le gustaría que este tesoro de su marca fuera algo más que "una pieza de colección". Naturalmente que, considerando el precio, no habla de una distribución generalizada de esta pieza, sino que prefiere apostar por una especie de compra rutinaria. Después de todo, para todas estas personas alrededor del mundo que poseen medios suficientes, una compra de 50.000 euros no es nada excepcional. T. Frésard también quiere designar un embajador para representar su nuevo Tourbillon 1885. Parece que una famosa joven francesa está a punto de firmar este contrato publicitario.
A partir de ahora, T. Frésard tiene un tourbillon en el listado de sus productos, la fantasía del mundo de la relojería. Cinco clientes, en Japón, Arabia Saudita y Marruecos, ya han comprado una de estas preciosas piezas. Al dueño de Saint-Honoré le gustaría que este tesoro de su marca fuera algo más que "una pieza de colección". Naturalmente que, considerando el precio, no habla de una distribución generalizada de esta pieza, sino que prefiere apostar por una especie de compra rutinaria. Después de todo, para todas estas personas alrededor del mundo que poseen medios suficientes, una compra de 50.000 euros no es nada excepcional. T. Frésard también quiere designar un embajador para representar su nuevo Tourbillon 1885. Parece que una famosa joven francesa está a punto de firmar este contrato publicitario.